03 enero 2007

El Decano de Servicios Bibliotecarios en la Universidad de Winthrop en el estado de Carolina del Sur, Mark Y. Herring, escribió un artículo en el que enumera las diez razones por las que, en su opinión, la Internet no puede sustituir a las bibliotecas convencionales. Y en contraposición os planteo otras alternativas con todo el respeto que me infunde el señor Mark Y. Herring a estas teorías.

1. No todo se encuentra en la Internet. Normalmente, lo valioso en la Red no es gratis y se hace necesario pagar cuentas de cientos de miles de dólares por la suscripción a bases de datos, revistas profesionales y otros recursos en formato electrónico disponibles por medio de la Red.

1.Ya casi todo se encuentra en la Red. Lo valioso no es gratis; pero la lectura tampoco es gratuita. Aun así están surgiendo iniciativas online como los libros electrónicos de Google, que es de momento una herramienta en pruebas aun no consolidada; e iniciativas como la Biblioteca Cervantes Virtual. Y también infinidad de sites que dan la posibilidad de descargar ficheros en formato pdf o word o incluso audio libros. Y esto es solo el comienzo de la revolución tecnológica a la que está sometido el siglo XXI.

2. La aguja - su búsqueda - en un pajar - la Red. La Internet es como una inmensa biblioteca sin catalogar. Los motores de búsqueda, ni organizan la colección virtual, ni seleccionan, ni le dan la totalidad de lo disponible en la Red acerca de un tema en específico.

2. Me remito de nuevo a sites especializados como los libros electrónicos de Google o la Biblioteca Cervantes Virtual. Que cada vez están mejorando su categorización y clasificación de contenidos. Que derivarán en un futuro, quizás lejano; en bibliotecas virtuales de ebooks.

3. La ausencia de un control de calidad. Junto al material científico, médico e histórico, existe mucha basura. No hay control de calidad, ni confiabilidad en la Red. Tampoco se espera que llegue a haberla.

3. Existe mucha basura; cierto. Pues Internet es un gran compendio de información. Pero existe una tendencia inevitable hacia la correcta categorización del contenido online. La cual en un futuro estará legislada una vez que existan bibliotecas virtuales; donde podamos los usuarios reservar lecturas, comprarlas o simplemente recurrir a ellas puntualmente. Y los escritores no deberán huir de esta tendencia que se engloba en la revolución tecnológica a la que estamos sometidos; guiados por el hito revolucionario de INTERNET.

4. Lo que se desconoce puede resultar perjudicial. La gran bendición para las bibliotecas ha sido la digitalización de revistas profesionales. Aunque se dice que estas poseen artículos en formato de texto completo, esto no es siempre así. Existen omisiones que muchas veces pasan desapercibidas. Estas incluyen, en algunos casos, las notas al calce, tablas, gráficas, fórmulas, entre otros. Además, los proveedores de bases de datos tienden a eliminar artículos e incluso revistas sin aviso previo.

4. Evidentemente estamos hablando de un medio online; de un medio interactivo. No podemos pedir peras al olmo. Aunque no entiendo muy bien a que se refiere el Decano con la omisión de ciertos contenidos. Los ebooks o las revistas digitales ofrecen infinitas posibilidades que no ofrecen otros soportes. Y todos los ebooks que circulan por la Red ofrecen todos los contenidos que tienen los soportes físicos.

5. ¿Ahora se puede ahorrar en la compra de libros porque una biblioteca compra uno y lo distribuye o pasa a otras? La inversión en materiales electrónicos o digitalizados puede duplicarse e incluso triplicarse en comparación con su costo en impreso. La accesibilidad de estos no es mayor que la del libro impreso, porque está limitada por las licencias. Si tiene una licencia para libros electrónicos, no puede leerlo más de una persona simultáneamente.

5. Tenemos que habituarnos a pensar de otro modo. En definitiva tenemos que adaptarnos; no podemos hacer comparaciones con lo existente. El mundo nuevo que nos regala la tecnología es algo que difiere enormemente de lo actual, en cuanto a la lectura se refiere.
Y por ello tenemos que ser objetivos. Y objetivamente analizar las circunstancias. Si compramos un ebook y lo repartimos por doquier; NO EXISTE EL NEGOCIO para las futuras e-bibliotecas. Por tanto hay que recurrir al sistema de licencias.

6. Y, ¿qué de los lectores de libros electrónicos? Utilizar un lector de libros electrónicos por más de media hora puede resultar en un dolor de cabeza y la vista fatigada. Además, si lo que va a leer tiene más de dos páginas la tendencia es a imprimirlo.

6. Correcto la tendencia sigue siendo la impresión. Pero la democracia de la impresión; en definitiva la gran democracia de la tecnología. Pudiendo elegir la impresión a realizar; del fragmento; de la página; del escrito o del verso que queramos. Disponiendo del libro en un espacio virtual que no llena estanterías; y pudiendo leer a través de la pantalla de un ordenador, de una pda o leyendo los fragmentos que queramos o que más nos interesen en papel.

7. ¿Podría existir una universidad sin bibliotecas? No. Herring presenta la experiencia de dos universidades que intentaron, sin éxito, depender exclusivamente de la Internet. La solución, en cada caso, fue una biblioteca tradicional con un fuerte componente electrónico.

7. Ya existen formatos que almacenan información sin ocupar grandes espacios físicos. En un dvd podemos introducir la bibliografía completa de Cervantes. No creo que sea un argumento sólido.

8. Y, ¿qué de la biblioteca virtual a nivel estatal? Podría lograr que el estado se arruine, afirma el autor. El costo de digitalizarlo todo es increíblemente alto, decenas de millones de dólares en derechos de autor solamente. Y ¿cómo garantizar que los estudiantes tendrán acceso universal a estos medios? Otro problema que plantea al lector es ¿qué hacemos con los libros raros y recursos primarios valiosos una vez digitalizados? Finalmente, ¿y si se va la luz?

8. La tecnología avanza a pasos agigantados; (La Ley de Moore expresa que aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores en una computadora.) Y existen ya sistemas informáticos que controlan grandes fuentes de información y que realizan backups o copias de seguridad de información cada cierto tiempo; es posible incluso que haya información que tenga copias de estas características cada ciertos minutos. Las entidades bancarias tienen a todos sus clientes almacenados en BBDD; BBDD que son virtuales. Y "si se va la luz"; que se habrá ido en más de una ocasión; se recupera la información.

9. La Internet: una milla de ancho, una pulgada (o menos) de profundidad. La mayoría de los recursos en el Internet no tienen más de 15 años. Muchos vendedores de revistas electrónicas ofrecen añadir un año, a la vez que suprimen otro. El acceso a material retrospectivo es costoso. Al autor le preocupa que nuestros estudiantes del futuro conozcan - y tengan acceso a - recursos académicos de más de diez o quince años.

9. Me remito de nuevo a la Biblioteca Cervantes Virtual la cual ofrece literatura desde Lope de Vega o Miguel de Cervantes hasta poesías de Gloria Fuertes.

10. La Internet es universal, pero el libro portátil. En un sondeo reciente de aquellos que compran libros electrónicos, más de un ochenta por ciento sostuvo que prefería utilizar la Internet para comprar libros a leerlos en la Red.

10. Frente a las estadísticas no tengo nada que decir. Pero si quería aclarar que estamos sometidos a una revolución tecnológica y que ahora quizás es atípico para nosotros hablar de bibliotecas virtuales; pero también hace años a nuestros abuelos se les hubiera hecho muy raro si alguien les hubiera hablado de SKYPE, del MESSENGER; del MAIL o incluso de estas maravillosas herramientas colaborativas como el BLOG, WIKIS, etc.

Un saludo
Javier Moreno Jabardo

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